La mitad del mundo by Karen Van Der Zee

La mitad del mundo by Karen Van Der Zee

autor:Karen Van Der Zee
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2019-11-15T10:57:49+00:00


Al cabo de un par de días, Shanna ya estaba harta del distante comportamiento de Rand. Si no la quería en su casa, se marcharía. Así de sencillo. Cuando aquella noche terminaron de cenar y él se excusó una vez más para refugiarse en su despacho, decidió que había llegado el momento de decírselo. Se levantó y lo siguió por el pasillo hasta su estudio.

—Rand, espera.

Él se detuvo con una mano en la puerta, y se volvió hacia ella.

—Me gustaría hacerte una pregunta —le informó, con el corazón latiéndole a toda velocidad.

—¿De qué se trata? —le preguntó mientras la invitaba a pasar.

Shanna se quedó en el centro del pequeño despacho, mirándolo a los ojos.

—Tengo la sensación de que no me quieres aquí.

Rand arqueó las cejas, como si lo hubiera sorprendido con aquella afirmación tan directa.

—Yo te invité, ¿no? —hundió las manos en los bolsillos del pantalón.

—Sí, me invitaste. Pero me pregunto si no te estarás arrepintiendo ahora de haberlo hecho —cruzó los brazos sobre el pecho—. ¿Es que he dicho o hecho algo malo? —no podía imaginar qué podía ser.

—No —frunció el ceño—, ¿por qué?

—Porque tu comportamiento conmigo… me confunde. Dijiste que te gustaba mi compañía, incluso me besaste, y ahora llevas días evitándome. Es como si te hubieras propuesto no coincidir conmigo en la misma habitación. Si has cambiado de idea, y no me quieres cerca, quiero que me lo digas. Puedo marcharme en cualquier momento, sin problemas —su tono era frío, tranquilo. Pero por dentro no se sentía ni mucho menos así. El corazón le latía acelerado y apretaba los puños con fuerza, hasta hacerse daño—. No me gusta la sensación de estar molestando.

—No me estás molestando —repuso. De pronto parecía súbitamente cansado, como vencido por el peso de una carga invisible.

—Algo está pasando entre nosotros. Nos sentimos atraídos… —le confesó Shanna en voz baja—. Pero no entiendo por qué te comportas así conmigo, como si intentaras negarlo. ¿Hay algún problema? Quiero decir… si hay alguna razón por la que no deberíamos… estar juntos, me iré.

—No quiero que te vayas —extendió una mano para acariciarle delicadamente el pelo, pero de inmediato la retiró.

—¿Qué es lo que quieres?

—Quiero que mi vida personal siga siendo sencilla, sin complicaciones.

—Yo deseo lo mismo para la mía —lo miró a los ojos.

Se quedaron muy quietos, cada vez más tensos, casi tocándose. De repente, Shanna se inclinó hacia él, apenas unos centímetros, se puso de puntillas y le rozó los labios con los suyos.

—Esto es muy sencillo —susurró, temblando por dentro.

Rand alzó ambas manos y las enterró en su melena.

—¿Estás segura?

—Sí. Es sencillo lo que siento por ti, y lo que quiero.

¿Por qué no debería serlo?, se preguntó. Se sentía atraída hacia aquel hombre de ojos tan azules como el limpio cielo de Kenia. ¿Qué mal podía haber en querer acercarse a él, en abrirle el corazón, en enamorarse?

Rand la besó apasionadamente y ella se sumergió en la maravilla de aquel beso, en su erótica ternura, en su delicioso sabor. No supo cuánto tiempo duró.



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